martes, 1 de septiembre de 2015

Castillos



Si es cierto lo que dicen, la mente todavía es el castillo donde un hombre puede refugiarse.
Pero la mente es una mentirosa y la fortaleza puede convertirse en una celda.
Que esta se convierta en lo uno o lo otro depende de un acto de voluntad.
Exige determinación.
Por ello Crowley proclamó aquellos escandalosos versos:
"¡Basta de Por Qué! ¡Sea él condenado como un perro!"
Pensar demasiado sobre lo que somos o dejamos de ser termina por minar la confianza que tiene uno en sí mismo.
Más vale actuar, equivocarse y no ser demasiado severo con los errores de uno,
que condenarse a un estado de laxitud mental.