Aleister Crowley
En los textos,
publicaciones y reivindicaciones feministas me he encontrado
ultimamente con un concepto al que llaman nuevas masculinidades. Con
ello se refieren a una necesidad de romper con un arquetipo masculino
antiguo, cruel y obsoleto. Es cierto que a día de hoy la mujer ha
conseguido avanzar enormemente hacia la igualdad. El derecho a voto,
la incorporación al mundo laboral, el acceso a los estudios, etc. A
primera vista puede parecer que sugerir que la antigua masculinidad
continúa viva entre las nuevas generaciones está fuera de lugar.
Pero creo que el concepto nueva masculinidad tiene
una segunda implicación más sutil y más importante. Nuestras
compañeras nos están diciendo que no es suficiente no repetir los
errores y crímenes de nuestros antecesores, para ellas es importante
que hagamos una ruptura consciente, simbólica y activa de todo
aquello que representa una opresión de lo femenino.
Si
para ellas es importante para nosotros también debe serlo y como
mínimo estamos obligados a plantear el tema sobre la mesa. Si se
trata de masculinidades nos toca a nosotros participar activamente en
el asunto.
¿Es
necesario crear nuevas masculinidades?
Creo
que hasta ahora he dado dos motivos a su favor, primero porque la
mujer de hoy nos lo pide y segundo porque las viejas etiquetas están
obsoletas.
El
antiguo arquetipo masculino se erigía sobre un falso y cruel sentido
del honor que provenía de épocas oscuras y supersticiones
primitivas. Durante siglos en el pensamiento occidental se ha
difundido la idea de que los sentimientos son una debilidad que nos
apartan del bien y de lo eterno. Para vergüenza de los hombres esta
tradición fue iniciada por Platón y continuada por la tradición
escolástica e incluso en el renacimiento a través de personas como
Marsilio Ficino y los neoplatónicos; todos ellos varones. Estos
hombres creían que los sentimientos nos apegan a la vida terrenal y
nos alejan de Dios. Para ellos la mujer, que por un lado era capaz de
despertar profundas pasiones en ellos y por el otro era la
personificación misma de la delicadeza y el amor (aún del amor
filial), representaba el cáliz de la perversión. La boca del
abismo. El mal... ¡Cuanta locura ha visto el mundo! ...cuanta ha de
ver todavía...
¿Como
han de ser las nuevas masculinidades?
Deben
armonizarse con nuestros sentimientos. Nuestra libertad como hombres
depende de que la libertad de las mujeres sea una realidad. Es de
esto de lo que nuestras compañeras quieren que seamos conscientes. Y
sobre esta comunión solo cabe construir una ética racional libre de
los miedos y de las culpas atávicas; regida por la lógica y la
aceptación de las necesidades humanas. Una nueva moral que no solo
permita sino que además favorezca la multiplicidad de maneras de
interpretar la vida y la libertad de cada uno de vivirla libremente.
Creo que si tenemos todos y cada uno de nosotros, hombres y mujeres,
estos principios presentes a la hora de construir nuestro futuro
seremos capaces de crear algo verdaderamente bueno y bello.
Creo
profundamente que el sentido de la vida consiste en ser vivida. No
hay nada más. Así de sencillo y de poético. Por ello, las nuevas
masculinidades no deberían ser una acumulación de adjetivos y
etiquetas, sino la ausencia de estas, pudiendo adaptarse así a todas
las formas de vivir diferentes. Regidas unicamente por un sentido de
sagrado respeto a la libertad de las otras personas. Pero además ha
de ser un respeto que fundamente la amistad, el cariño y el amor.
Porque todos hemos de ser conscientes que nos necesitamos los unos a
los otros.