viernes, 24 de mayo de 2013

 
 
He dormido menos de 6 horas como siempre. A excepción de cuando duermo menos de 5. Con el tiempo se aprende que dormir es prescindible.  Llegando a la estación me levanto y miro si llevo dinero en la cartera porque ya no sé ni lo que llevo encima. Me pago un café con leche y medio pincho de tortilla. Recorro los pasillos de Clot y entre la multitud de caras desconocidas me topo con una que no lo es. El padre de un viejo amigo, muy viejo y muy amigo. No me ve y no me saluda. O no quiere verme y no quiere saludarme. No me importa. Sí que me importa. Y ahora a encerrarme en una catedral de números durante 8 + 2 horas sin contar los desplazamientos. Y desde abajo me mira el viejo Aqualung y se ríe de mi el muy cabrón…


No hay comentarios:

Publicar un comentario