martes, 16 de abril de 2013

En los Acantilados de la Locura


Siempre acabo acudiendo a mi memoria de papel. Tarde o temprano vuelvo a ella. Y los Acantilados de la Locura del bueno de Will es un nombre demasiado bueno para relegarlo a un mero accidente geográfico.
¿Que se siente una vez asciendes a los Acantilados de la Locura?
Satisfacción y paz. Pero una satisfacción y una paz agridulces. Te has mirado a ti mismo. Desnudo. Sin ambages. Sinceramente. Y no todo es bueno. No todo te gusta.
¿Que obtienes?
Autoconocimiento.
Entonces comprendes que hay cicatrices que no se borran. Deseos que nunca se realizarán. Descubres que eres fuerte. Más fuerte de lo que creías. De lo que nunca nadie creyó. Pero no gritas: "¡Eh! ¡Mirad que fuerte que soy!" Te callas y miras al suelo porque el recuerdo de las pruebas superadas es doloroso. Comprendes cual es tu momento y cual es tu lugar. Sabes lo que quieres. Y por encima de todas las cosas sabes quien eres.

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